A medida que voy observando o viviendo cosas,
me entusiasma más escribir de aquellos temas que marca pauta en la vida de cada
uno. El tema de hoy “DECISIONES”
Decisiones, cada día.
Alguien pierde, alguien gana
¡Ave María!
Alguien pierde, alguien gana
¡Ave María!
Cada día, en cada momento estamos en una toma
constante de decisión que no hace
cambiar el rumbo de nuestras vidas.
Para mí lo más importante para tomar una decisión,
reflexionar ¿Cómo me siento respecto a esta situación? ¿Qué quiero para mí?
¿Soy Feliz? Esta ultima la coloque como 3 pregunta pero en realidad debería ser
la primera en nuestra lista de evaluación para la toma de decisión.
Para lograr tener una
respuesta, solo tenemos que cerrar nuestros ojos e intentemos imaginarnos cómo
será el futuro, tenemos que imaginarlo siempre de forma positiva
para que nuestros miedos, inseguridad, y negatividad no haga que tu imaginación
destroce tu futuro imaginado. Luego poner una lista (aunque nos parezca
tonto) de cosas positivas y negativas que nos traería tomar esta decisión. Importante: Evitar
concluir con un estado emotivo (ira, molestia, tristeza), ya que cuando este tipo de emociones nos
invaden, es inevitable incurrir en errores de los que, más tarde, nos arrepentiremos.
He observado que hay personas
que les cuesta mucho tomar decisiones importantes, le cuesta mucho desprenderse
de su pasado y presente. No piensa en el futuro que podría ser muy positivo en
su vida. Siempre están pensado en el resultado que puedo ocasionar esta decisión,
y mayormente siempre es malo. Yo era una de esas personas, con dificultad de
tomar una decisión
Hubo momentos que no podía
tomar una decisión, y optaba por dejárselas en manos de otros, continuaba con lo
mismo que no quería; las mil y una excusas para no decidir qué hacer. Pensaba “Como
vamos yendo vamos viendo” “Esperemos que pasa” “esto no me gusta, pero no puedo
hacer otra cosa, si no esperar” “tengo miedo”.
Hasta que leí estas líneas
en un blog:
El que no arriesga…
Por lo general, cuando se decide, se intenta anclar
en un puerto que acaricie el alma (léase, quedarse tranquilo). Sin embargo, ese
propósito puede hacernos “pisar el palito” y que terminemos poniéndonos en las
manos de los demás a la hora de resolver. Cuando esto sucede, naufraga la
capacidad de perseguir los propios deseos. Tomar una decisión es enfrentar
secuelas que pueden ser positivas o negativas. Para muchos, es más cómodo que
otros definan por ellos, para luego desentenderse del resultado. O sea, se
desligan, lo que demuestra un grado preocupante de inmadurez.
Quienes caen en esta trampa son dependientes, rasgo que
germina con los padres y madura con los amigos, las parejas, etcétera. ¿Cuál es
el pecado? Creer que no pueden solos. Ya lo dice un sabio refrán: ‘El que no
arriesga, no gana’. ¡Y es así! No hay aventura más grande que la de jugársela.
Quien se anime a esto subirá un nuevo escalón en su vida. Por supuesto que los
riesgos deben ser inteligentes, es decir, que no son solo fruto de la intuición,
sino también de la información acumulada.
“Todos los días Dios nos da un momento en que es
posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El instante mágico es el
momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia”
Paulo Coelho